Construyamos una base de paz
Alfredo Rojas Díaz DuránPalabras de Alfredo Rojas Díaz Durán, miembro de la dirección del Frente Latinoamericano por la Democracia y los Derechos Humanos, América Libre de Bases Militares Norteamericanas, pronunciado el 5 de septiembre en el Hemiciclo a Benito Juárez en la Ciudad de México para constituir la primera Base de Paz en México.
Ya no lo pueden ocultar. Ya no pueden mantener un doble discurso sin que nos demos cuenta de ello. Así lo hicieron ayer y hoy pretenden actuar con la misma impunidad sin importar las masacres que ocasionan ni las pérdidas y desequilibrios socioeconómicos que provocan. Por la fuerza o a través de procesos electorales su interés principal en todas nuestras naciones latinoamericanas ha sido el de colocar a un títere con rasgos de bufón para despojar al pueblo. Impedir que gobiernen los legítimos representantes populares para apoyar a personas que se identifican con el imperio. Que dicen una cosa en campaña y hacen otra cuando ganan. Utilizan a los tribunales para despojar o impedir que los representantes de proyectos alternativos al Imperio gobiernen y utilizan incluso, a organismos internacionales para justificar el conculcamiento de las leyes nacionales, salvo muy honrosas excepciones.
Hoy nos muestran una vez más su verdadero rostro. El rostro de la colonialización. No tienen límite sus perversos intereses. Las grandes desigualdades entre los que poseen casi toda la riqueza de una nación y millones que se debaten entre el hambre, el desempleo y la miseria son producto de una sola causa, la imposición de un modelo macroeconómico que premia a unos cuantos y esclaviza a la gran mayoría.
Proceso de neocolonialización que no tiene contemplado el mejoramiento de la calidad de vida para las mayorías de una país y que la somete a un promedio de seis años de estudio a los pueblos si no es que los mantiene en el analfabetismo a fin de que unos muy pocos, provenientes de escuelas particulares extranjeras implementen el modelo de explotación y desigualdad social. La causa de la miseria tiene nombre y cómplices desde el poder en cada nación.
Sin importar el país latinoamericano existen gobiernos que permiten la entrega de la riqueza nacional y evitan el desarrollo industrial independiente para mantener una relación de sometimiento financiero, económico y tecnológico internacional.
Acaban con los procesos productivos del campo a fin de garantizar que en cada una de nuestras mesas se llene con la importación de productos agroindustriales. Gobiernos que firman acuerdos de libre comercio para que solo corporaciones extranjeras se benefician e impongan sus condiciones sin reinvertir las ganancias en nuestras naciones al transferir a su lugar de origen 6 dólares de cada dólar invertido. Arrojan a millones de campesinos a la calle para mantener una relación de dependencia alimentaria mayor ahogando sin agua, sin crédito, sin fertilizantes sin apoyos a los campesinos.
Convierten en drenajes y contaminan nuestros ríos y matan los mantos freáticos con sus rellenos sanitarios y proyectos inmobiliarios que sin ninguna consideración ambientalista arrasa nuestros ecosistemas para que lleguemos ahora incluso hasta importar el agua.
Acaban con nuestra planta productiva al no permitir con la complacencia de autoridades nacionales que se desarrollen plantas industriales de bienes de capital a fin de consolidar una Independencia tecnológica. Solo nos permiten comprar franquicias. Franquicias por aquí franquicias por allí.
De esa forma nuestros gobiernos renuncian al desarrollo técnico, tecnológico y científico porque las corporaciones internacionales privadas nos colocan en una relación de subordinación. Ellos controlan el conocimiento y lo producen y solo nos permiten que seamos sus clientes de sus productos. Nos inundan de tecnología pero no podemos ni crear un teléfono, un chip, un foco. Somos altamente dependientes y cada día la brecha será mayor, arrojando a la calle a millones de hombres y mujeres porque los robots no reciben paga, ni tienen vacaciones ni mucho menos exigen un salario digno.
Este modelo macroeconómico se impone con la complacencia de gobernantes corruptos y apátridas que no les interesa más que apropiarse de algunas empresas públicas y entregar las más cotizadas y más rentables a los capitales extranjeros. Le arrebatan a los pueblos el derecho de poseer, controlar y disfrutar los rendimientos de los recursos naturales como el agua, el petróleo, el silicio o los nódulos de manganeso. Por ello, son capaces de derrocar gobiernos, impedir que gobiernen los legítimos representantes populares, provocar desestabilización social o incluso, iniciar un conflicto bélico.
Estos gobiernos entregan a manos extranjeras la riqueza que pertenece al pueblo bajo maniobras constitucionales porque controlan la mayoría del Congreso. Esa es la vía legal y pacífica. Pero existen otros casos, por la mala, en donde arrebatan la riqueza de la nación a través de Golpes de Estado. Décadas de impunidad que creíamos había terminado. Hoy resurgen estas prácticas fascistoides y dictatoriales con las manos llenas de sangre. Ese es su rostro verdadero del Imperio. Ser un Sanguinario aquí y en Oriente Medio.
Impulsan movimientos Secesionistas como en Bolivia para despojar a los pueblos indios del material más cotizado del futuro y que se utiliza para la construcción de naves espaciales y telefonía celular. No consienten que un pueblo mayoritariamente indígena sea poseedor de la mayor reserva de gas y existe el peligro incluso de asesinar a su presidente por defender el derecho de los pueblos indios a elevar su calidad de vida con un claro matiz xenofóbico.
Con un renovado Plan Cóndor para perseguir, desaparecer, asesinar a liderazgos selectivos, impulsar movimientos de desestabilización social y política y hasta apoyan Golpes de Estado como sucedió en Honduras, Haití y Venezuela entre otros.
Algunos de estos gobiernos y sus funcionarios cómplices de estos actos ignomiosos causantes de tanta miseria ocasionada a nuestros pueblos han sido rechazados mayoritariamente a través de un movimiento pacífico, electoral y civilizado. Estos pueblos que se han atrevido a resistir y enfrentar valientemente a los grupos hegemónicos han decidido construir desde gobiernos progresistas modelos diferentes a las políticas neoliberales que solo benefician a un grupito de financieros especuladores. Estos gobiernos defienden principios como que la riqueza nacional pertenezca al pueblo y que sea el gobierno el propietario del petróleo, el gas, el agua, y todo material precioso para lograr una más justa distribución de la riqueza. Estos gobiernos progresistas son calumniados, boicoteados, traicionados y viven la amenaza de ser derrocados o incluso, ser asesinados sus presidentes por rechazar entregar la riqueza nacional.
Estos pueblos utilizan la Constitución para acceder al poder hoy están amenazados por la Casa Blanca y un grupo de corporaciones ligadas a la guerra utilizan argumentos falaces para desestabilizar, atacar, destruir y someter a esos pueblos que se oponen al modelo de explotación imperial. Este momento ya lo había visto en Oriente Medio. Hoy lo repiten en América Latina. Ya lo esperaba y lamento reconocer que ya sabía que también en nuestro hemisferio lo harían.
La Casa Blanca ha decidido enfrentar a esos gobiernos latinoamericanos que quieren caminar por el sendero del desarrollo, la independencia y una más justa distribución de la riqueza. Hoy están decididos en crear conflictos interregionales para desestabilizar a estos gobiernos democráticos y entregar la riqueza de estas naciones a un grupo de personas. Hoy los cañones apuntan a gobiernos y pueblos que decidieron rechazar el modelo neoliberal y la instalación de Bases Militares Norteamericanas en nuestros territorios son el principio de una nueva etapa en la vida de todos nosotros. Ave de mal augurio el acuerdo entre Colombia y Estados Unidos que con argumentos similares utilizados en la guerra de Irak pretenderán incendiar a algunas naciones latinoamericanas. Ya no son suficientes los movimientos de desestabilización, marchas de repudio en el extranjero y campañas internacionales de desprestigio contra estos líderes y presidentes que con la fuerza del pueblo y la Constitución se sostienen en el cargo.
La reelección solo es bien vista en aquellos gobernantes que entregan y transfieren la riqueza nacional a unas personas y someten a sus pueblos como sucede en Colombia.
Por ello, rechazamos las bases militares norteamericanas en América Latina. Rechazamos la guerra de la Casa Blanca contra los pueblos latinoamericanos. El rostro de la guerra muestra sus intereses espurios sin importar el destino de los niños, mujeres y hombres, dejando la estela de muerte, violación sexual, sometimiento psicológico, prostitución, circulación de droga, violencia y violación de derechos familiares. Nos dejan su carta de presentación, mutilados, amputados, desaparecidos y torturados. Independientemente de las muertes que ocasionan sus políticas económicas y sus proyectos productivos que envician a la gente y los costos de recuperación se los pasan a la mayoría. Es decir, venden drogas suaves, alcohol y tabaco y pagamos sus terapias y curaciones entre todos a través del seguro.
Rechazamos esta política de la Casa Blanca. Si ellos quieren nuestra riqueza que la compren al precio justo. Si ellos drogan a su pueblo, nosotros no tenemos porque ser iguales y consentir que en horarios infantiles y programas deportivos se anuncien drogas suaves. Si ellos tienen una política de colonialización, nosotros queremos un mundo multipolar. La Casa Blanca no puede mantener su imperio gracias a la explotación, la miseria, el desempleo y el desarrollo del subdesarrollo de los países subdesarrollados.
Resistimos y resistiremos. No aceptamos Bases Militares en nuestros territorios para enriquecer a unas personas a costa de la muerte, violación de derechos humanos, civiles y políticos. Construyamos un mundo diferente. Un mundo multipolar. Un mundo sin armas. Un mundo en donde las diferencias económicas son mínimas y la mayoría cuenta con la mayoría de los beneficios. Por eso estamos aquí y por eso hacemos un llamado al mundo para denunciar esta política militar contra los pueblos latinoamericanos bajo la complacencia de algunos gobiernos entreguistas. Agradecemos la presencia de distinguidas personalidades de América Latina en este acto de repudio a las bases militares.
No queremos balas, ni bombas ni tanques militares. No queremos marines entre nuestras calles. No queremos soldados extranjeros en territorios que no les pertenecen. No queremos un ejército que ataca a pueblos indefensos y conculcan instituciones presidenciales que no simpatizan con sus políticas y proyectos.
La lucha pacífica será larga. Nuestra lucha es por la paz, construyamos una base de paz en México y no permitamos que la guerra avance. Viva la paz, no a la guerra. Que los organismos internacionales cumplan su papel y eviten el que se sigan violando los derechos civiles y políticos de los liderazgos que representan un proyecto alternativo de nación. Eso merecemos los latinoamericanos desde aquí hasta la Patagonia. Viva México, Viva Latinoamérica.